La refundación de Europa

Por Roberto Laxe. Fuente: Econonuestra.

El poder, la asamblea constituyente y los Estados Unidos de Europa

En el año V d.c. (después de la crisis) el capitalismo sigue buscando una salida a su crisis, que le permita recuperar los beneficios que nos años previos a la crisis llevó a muchos a hablar del “fin de la historia”, del “fracaso del socialismo”, y del carácter antiguo del marxismo: lo moderno, el futuro dijeron, venía marcado por la victoria del capitalismo la todos los niveles.

La crisis con sus consecuencias políticas y teóricas, impone no solo la actualidad del marxismo, sino también unacombinación original de políticas en las que las propuestas que hacen al poder están en el centro de lo que se da en llamar “refundación de la Unión Europea”. No hacer frente a este problema con propuestas en positivo como asambleas constituyentes o en un paso superior, gobierno de los trabajadores, que liguen la caída de los regímenes europeos con la propia destrucción de la UE cómo institución supra estatal, es peligroso para cualquier opción revolucionaria.

 

Crisis económica y crisis política en la UE

La crisis económica vino a demostrar delante de todos que el capitalismo es un sistema incapaz para resolver lasnecesidades de la sociedad, que periódicamente sufre agudas crisis, cada vez más profundas y con más difícil solución. Por solo referirnos a las dos ultimas del nivel de la actual, la del 29 -la Gran Depresión-, y la del 72/73 -llamada del “petróleo”-. La primera generó el fascismo y remató con la II Guerra Mundial; la segunda con el triunfo del neoliberalismo, el desmantelamiento del Estado del Ben estar, la restauración del capitalismo en los estados llamados “socialistas” y las guerras que le sucedieron, especialmente la de Yugoslavia y la 1ª guerra de Irak.

El capitalismo no sabe resolver contradicciones si no es por la fuerza, por la lucha por el poder de cualquiera de las sus fracciones, estados o sectores, de tal manera que los poderosos destruyen físicamente a los mas débiles, ya sean estos otros capitalistas. Quien paga el final estas luchas por el poder entre ellos son el pueblo trabajador, y no concreto la clase trabajadora.

La crisis europea es el punto central, hoy, de esta lucha entre los diferentes estados que la componen. La conocida cómo “crisis de la deuda” no es más que la utilización de una herramienta monetaria para atar los capitales más débiles a los más fuertes e imponer unas medidas a la población, que a falta de otras de futuro, permitan el saqueo de las riquezas sociales para beneficio de bancos y grandes empresarios.

La crisis de la deuda es la manifestación en la Unión Europea de la crisis del sistema capitalista que en la búsqueda de la recuperación de la tasa de lucro, favorece la especulación con el dinero que la banca le presta a los estados. Ni más ni menos. A cuyo objeto, la crisis de la deuda es la crisis de una “unidad europea” muy precisa, la unidad capitalista acordada en el Tratado de Maastricht.

Esto pone a las mismas burguesías en la disyuntiva de o avanzar en “más” Europa, con los eurobonos, con la política fiscal unificada, con más atribuciones al Consejo de Europa y el Ecofin o MEDE o como le quieran llamar, o retroceder a la “balcanizacion” y a las reyertas del siglo XIX y XX que condujeron a las guerras mundiales. A partir de la defensa de la Unidad actual, todas las burguesías nacionales quieren hacerse con la más grande parte de la tarta, y con la alemana a la cabeza, asistimos a una suerte de una nueva “guerra” europea, ahora hecha por medios no militares, si non económicos, monetarios y políticos.

En este “barullo” que es la actual UE interviene, como no podía ser de otra manera, el resto de las potencias imperialistas, especialmente los EE UU, que ven en el debilitamento de Europa la retirada de la competencia del mercado mundial de un competidor. “Uno menos a repartir”, pueden pensar desde Washington, y así pueden dedicar sus fuerzas a frenar a las potencias emergentes, los llamados BRICS.

Decía Lenin que “fuera del poder todo es ilusión”, y los capitalistas bien lo saben. El estado, el sector del capital que lo domine, es quien hace las leyes su servicio: un ejemplo reciente y muy explícito de esto fue la lucha lo pones plan eólico en la Galiza. A Xunta Bipartida hizo un reparto bajo un plan que suponía la creación su alrededor de un tejido industrial que no gustó al capital español, pues marginaba a un sector de la burguesía especulativa; desde el centro, con aliados dentro de la Galiza, desataron una ofensiva contra lo bipartido, cuyo eje era tumbar el plan. El PP, cuando llegó a la Xunta, lo primero que hizo fue a derogar el Plan del Bipartido, y aplicar un nuevo reparto, favoreciendo ahora a los que les pusieron en el poder, el capital español y sus aliados gallegos.

Es un ejemplo de como un enfrentamiento entre dos sectores de la burguesía tumban un gobierno y pone otro; porque la burguesía, a diferencia de la clase trabajadora y el pueblo, tiene claro desde siempre la máxima leninista de que “fuera del poder todo es ilusión”. De hecho, si alguien va por detrás en la toma de conciencia de lo que esta acontecer en la Unión Europea es la clase trabajadora y los pueblos, aislados dentro de las fronteras nacionales, mientras las burguesías, con todas las sus contradicciones, adoptan posturas comunes. Fue el retroceso impuesto por la restauración del capitalismo en los estados “socialistas” el que llevó a la pérdida del perfil de clase en amplios sectores de los trabajadores/las, de la juventud sobre todo, disolviendo las contradicciones sociales en contradicciones nacionales (el auge del nacionalismo de cualquier tipo). Apoyándose en este hecho objetivo las cúpulas políticas y sindicales alimentan ese retraso con sus políticas de aislamiento dentro de las fronteras estatales. De esta manera se pierde de vista lo fundamental, la tendencia a la unidad tirando por lo alto de las fronteras de la clase trabajadora es imprescindible para derrotar lo que es un fenómenotrasnacional.

El poder en la Unión Europea en su “refundación”

Es un hecho que los ritmos económicos y sociales tienden a la confluencia en el conjunto de la Unión, pero como no podía ser de otro modo, no lo hace de manera armoniosa y planificada. Lo que esta a acontecer en la UE es exactamente lo mismo que sucedió, solo que la un nivel mucho más grande, en Galiza. Las contradicciones entre los diferentes sectores burguesas no están en el calibre del ataque a la clase trabajadora y el pueblo, aquí tienen unidad, si non quien controla el poder de aquí para delante y en su beneficio, esto es lo que significa la “refundación de la UE”, la reordenación de todas las instituciones europeas.

La crisis económica puso de manifiesto las debilidades del Tratado de Maastricht, como por ejemplo el deber definanciación a través de prestamos de la banca, el tener que ir a los mercados para financiarse, permitió que en medio de una crisis determinada por la caida de la tasa de lucro de la industria y el aumento exponencial de la especulación -especulan con todo, desde los productos alimentarios hasta con jugadores de fútbol-, la deuda soberana también se haya convertido en una pieza mas de la “economía de casino”.

Si a ello le añadimos los intereses políticos de los EE UU de debilitar la moneda -el euro- que hasta el momento era la única que podía romper el monopolio del dólar como referencia mundial, con las nefastas consecuencias que esto tendría para la economía yanqui, el caldo de cultivo para crisis de la Unión esta servido.

Como toda crisis, la rutina del poder rompe el punto más débil, y los lobos (recordemos a Hobbes definiendo al ser humano “como un lobo para el hombre”, con el que estaba describiendo a la sociedad burguesa, capitalista) se lanzan sobre la pieza que esperan cobrar. Los lobos internos en la UE ya tienen la pieza clara, los llamados “periféricos”, pero para eso tienen dos opciones de las que ya se habló, o avanzan en “más” Europa, o vuelven a las épocas de la “balcanización”.

A cuyo objeto, la crisis actual de la Unión Europea es la máxima expresión de la tendencia del capitalismo a laconcentración y centralización del capital expuesta por Marx, según la cuál los mas rentables destruyen a los menos rentables. Marx lo explicaba por la actuación de la ley de la tendencia a la igualación de la tasa de beneficio, en la que los capitales que tienen un nivel de productividad superior al promedio absorben por los de los precios de mercado de las mercancías, la plusvalía generada en el sector, arruinando los que no son capaces de mantener ese promedio.

Cuando traducimos esta tendencia económica a la política, encontramos la frase de Lenin, “fuera del poder todo es ilusión”, lo que hoy significa “refundar la Unión Europea” bajo la nueva correlación de fuerzas derivada de la crisis. A esta tarea están puestas todas las energías, los viajes, las reuniones, las propuestas políticas, los recortes y los acoplamientos: están construyendo unas nuevas relaciones de poder entre ellos, que tienen duras consecuencias para las poblaciones. Como todo nacimiento de algo nuevo, viene con violencia, el grado de violencia solo depende de las resistencias que hallen en su camino, y no solo contra la clase trabajadora y el pueblo, si non entre ellos mismos. Las guerras interburguesas existieron, existen y habían existido hasta que el capital deje de ser el centro del problema.

Ahora estas “guerras” entre ellos son esencialmente financieras y monetarias, para arruinar los más pobres, y así poder hacerse con su mercado a precio de saldo, o para imponer unas políticas contra los trabajadores/las y los pueblos que permitan hacerse con las riquezas sociales (la fuerza de trabajo y la naturaleza) del país en tela de juicio. Esta es la esencia de la crisis de la Unión Europea, la lucha por el poder en la nueva Europa que surja de la crisis, que ellos llaman “refundación”.

Estamos en la era del imperialismo y esto hace que no vayan a llamar a la población a la participar en esa “refundación”, la burguesía ni en las sus épocas más revolucionarias habló claro. Sus objetivos estaban siempre ocultos tras ideologías religiosas o como mucho, bajo propuestas formales. En Holanda hicieron una revolución burguesa contra el imperio español con la religión como estandarte; en la Gran Bretaña fueron los Puritanos de Cronwell los que hicieron la revolución burguesa. En los EE UU su Constitución comienza, “dios creó…” y lo más avanzado, Francia, no dejó de ser un formalismo lo de la “libertad, igualdad y fraternidad”, porque no liberaron a las colonias, mantuvieron la esclavitud, y la mujer y los obreros/las no tenían derecho el voto.

Más Europa y debilitamento de los regímenes

Al igual que la tendencia económica a la centralización y concentración de capital destruye los mas débiles, la tendencia la “más” Europa, que cómo decía Trotski “surge de las entrañas del sistema capitalista”, esta a debilitar los estados nacionales construidos a lo largo de siglos, y bajo los golpes de docenas guerras en toda Europa. Esta claro que este carácter capitalista de la unidad actual genera rechazo social y frenos que vienen, o bien de sectores de la pequeña burguesía ligada a los mercados estatales que se manifiesta en las alternativas nacionalistas en las naciones sin estado o las fascistas, o de la aristocracia obrera dependiente de las subvenciones estatales que protegen sectores industriales, y expresadas en las cúpulas de los sindicatos reformistas.

La delegación de soberanía monetaria hecha en Maastricht y con el Euro, según la cuál los estados renunciaban a una parte fundamental de su soberanía sin que vaya acompañada de una política fiscal y presupuestaria común, era obvio que iba a abrir las puertas a la especulación con las deudas soberanas. No se sostiene para nadie que los miembros del club del Euro tengan que se financiar a partir de las sus propias fuerzas, y más temprano que tarde esta contradicción iba explotar, como así aconteció.

Para el 2013 entra en vigor a Ley Bolkestein de liberalización en la UE de los servicios y el comercio, en 2013 liberalizase el transporte ferroviario, el 60% de la legislación estatal es decidida desde las Directivas Europeas… esto pone al conjunto de la Unión Europea delante de una definición llave, lo que es la Unión Europa, un Estado, un tratado entre estados, o lo que es.

Esta claro que no es un Tratado, que es algo más, porque aspectos decisivos de la soberanía de los estados, comenzando como vemos por la monetaria, ya no la tienen. Un Tratado es un acuerdo entre estado soberanos, y no supone la pérdida de esta soberanía, salvo en aspectos muy concretos y específicos. Si alguno de los estados que firmen el tratado pierden soberanía en un aspecto central como el monetario no supone un acuerdo, si no un cambio en la relación entre ambos, y el que pierde la soberanía pasa a ser dependiente del que gana (neocolonia, protectorado, o como se le quiera llamar).

La Unión Europea es un “proto estado” que supera el carácter de un tratado e introduce un elemento nuevo en la relación entre los estados, la pérdida de soberanía sin perderla toda, una forma de Confederación de Estados. Se pierde en aspectos monetarios, financieros y económicos, el comercio entre las naciones europeas suponen más del 60% de sus intercambios; incluso se puede hablar, por el interrelacionamiento existente entre las burguesías, de una burguesía europea, de multinacionales europeas (el 70% de las fusiones empresariales en Europa, a comienzos del milenio, se producen entre empresas continentales), etc. Avanzan también en “unificar” las políticas represivas, como el Tratado de Shengen, y policiales, la Europol a la que le están dando mas competencias.

Pero, y esto es lo que es una contradicción que va a explotar, los Estados conservan la independencia en el que esfundamental para el estado burgués, la política exterior y de defensa. Porque volviendo a Lenin, “fuera del poder todo es ilusión”, y el poder esta en la punta del fusil (o para actualizarlo, en el misil).

Las tendencias económicas y sociales, a pesar de esto, apuntan y exigen “más Europa”, tanto para el capital cómo para la clase trabajadora. A un mismo punto se pode llegar por dos caminos distintos, y conocer los dos caminos es fundamental para no caer ni en las claudicaciones en el proceso capitalista de Unidad burguesa, como hacen sectores de la izquierda reformista o neo reformista, y que demagógicamente utilizan los Social liberales de los Partidos Socialistas. Que se tenga que avanzar en el camino de “mas Europa” no quiere decir que tengamos que mantener la actual Unión Europea, ni tan siquiera la que están refundando a golpe de austeridad.

Contradictoriamente a lo que les gustaría, “más Europa” supone un debilitamento de los estados, una pérdida delegitimación delante de sus poblaciones, que ven como las medidas que les afecta en la vida cotidiana no depende de su voto ni de la voluntad de sus gobiernos mas directos, si no de Bruselas, del BCE o del ECOFIN. Los dos ejemplos paradigmáticos, pero diferentes de este debilitamento son Italia y el Estado Español.

En Italia el gobierno fue decidido directamente por Bruselas, sin ningún proceso electoral en el que la población había decidido quien iba a presidir el gobierno. De hecho, menos mal para ellos que el gobernante depuesto fuera un histrión del calibre de Berlusconi, porque en otro caso, esa actuación “colonial” hecha desde la Unión Europea tenía que ser vista como un ataque a la soberanía, lo que pondría de nuevo (cómo hace 70 años) en la orden del día la lucha por la liberación nacional.

Hoy Italia es el ejemplo máximo de integración europea, sin que haya una respuesta de masas por la liberación nacional. Lo que hay es una lucha, más o menos sorda, contra las políticas de ajuste y austeridad, porque la población italiana, más allá del carácter absolutamente antidemocrático de la medida de imponer primero ministro sin elecciones, percibe que el problema no es exclusivamente italiano, si no europeo.

En el Estado Español, por el contrario, la UE y el gobierno huyen de una medida similar porque el régimen español es hijo de un inestable pacto entre la dictadura franquista y las organizaciones del movimiento obrero que nadie quiere tocar, e imponer desde fuera un presidente del gobierno daría un golpe a las correlaciones de fuerza acordadas en esos pactos: no existen técnicos neutrales en la división de la Guerra Civil y la dictadura. Pero el régimen de la Transición no deja de estar sometido a la misma pérdida de soberanía que el resto, y la crisis catalana, con su burguesía procurando un engarce directo con Europea a través de su independencia es una de sus expresiones más agudas.

La estabilidad del régimen español esta sometido a dos presiones, la interna, la lucha por la Memoria Histórica que rompe los pactos de la Transición, y la pérdida de soberanía por los acuerdos internacionales. Esto hace de la monarquía una institución prescindible a medio plazo. Pero la excepcionalidad histórica que fue la Transición Española explica que la implicación de la clase trabajadora en los procesos europeos sea más débil que en el resto.

Si nos referimos al resto de los estados de la Unión Europea, es un hecho que comenzando por el que hoy marca el paso, Alemania, hasta Grecia, todos ellos dependen unos de otros, y la pérdida de soberanía es igual para todos; lo que muda es la correlación de fuerzas en las tomas de decisiones, unos pasando a ser “protectorados” de la UE, con “virreyes” en forma de “hombres de la Troika”.

La lucha por el poder hoy

Hasta lo de ahora se vio que la crisis, como todas, cambia las condiciones concretas de dominación de la clase capitalista, de las relaciones entre sus sectores nacionales, productivos, etc. Al igual que una crisis económica es, en descripción de Isaak I Rubin, “la ruptura del equilibrio” entre los sectores de la producción y la distribución de mercancías, que genera los conflictos sociales y políticos; una crisis política es la manifestación de esa “ruptura del equilibrio” entre las clases sociales, y dentro de ellas, de sus fracciones internas.

Es ya un lugar común hablar de la pérdida de poder de las “clases medias”, es decir, de la desaparición de la aristocracia obrera y la pequeña burguesía -asimilados en la sociología burguesa por su poder adquisitivo, pero con diferentes lugares en la propiedad de los medios de producción y distribución-, su empobrecemiento y proletarización (seria conveniente releer a Marx sobre la proletarización de las capas medias de la sociedad).

Sectores de esta clases no van a reaccionar en un sentido progresista frente al ataque a sus condiciones de vida, si no que muchos de ellos van a caminar cara el fascismo, cara el repliegue “nacional”, en la defensa de sus privilegios estatales frente su empobrecemiento a que les condena la UE.

La polarización hacia derecha de los partidos “conservadores” en toda Europa es una tendencia inexorable por la crisis, hasta llegar a los extremos del fascismo como en Grecia. Desde las naciones sin estado ven un empellón a la disgregación de los estados debilitados. El equilibrio en la base de la sociedad, la clase trabajadora, la pequeña burguesía, etc., esta roto por la crisis, y esto va a provocar más crisis políticas que se juntan a la ruptura del equilibrio entre los estados.

Volviendo a Lenin, “solo el poder” puede poner orden en este barullo que es Europa en el año V d. C. Y esto significa poner la política en el puesto de mando. Porque el poder remite a la discusión sobre que programa se va a llevar adelante y quien lo va a hacer.

La lucha por el poder se refiere a que clase, a través de que instituciones, va a hacer efectivos esos programas en la sociedad. Y no es una polémica intelectual como pueden pensar algunos sectores de la izquierda, es la polémica central en cualquier organización que tenga como objetivo la toma del poder político, supone la elaboración del plan político en ese camino. La frase Lenin bastaría para ver que no es una discusión abstracta, si no bien concreta; es más, fue Trotski quien bajó a tierra la idea leninista en el Programa de Transición cuando afirma que éste es un sistema de palabras de orden que a partir del nivel efectivo de movilización y conciencia de las masas, “establezca un puente que conduzca a la toma del poder”.

Cuando los marxistas del siglo XIX y XX debatían, siempre era en términos de poder. Bernstein para reformar la idea, Kautski para relegarlo a las calendas griegas, y Rosa Luxemburgo, Lenin o Trotski para convertirlo en una tarea presente y actual (mismo entre ellos había diferencias). Pero todos ellos debatían, en el fondo, de cómo cada uno de ellos pensaba que la clase obrera podía tomar el poder. Tan es así, que la divisoria de aguas se establecía justo en la consideración que cada uno tenia de la toma del poder, los reformistas, los centristas y los revolucionarios. Fue la realidad quien demostró la verdad y umha discusión aparentemente escolástica se llenó de contenido.

¿La lucha de la clase trabajadora es por el poder?

Hoy, producto del retroceso en la conciencia y en la elaboración del marxismo, reconducido a una ideología humanista o a una metodología económica o sociológica, se perdió esta discusión: como “imaginamos” la toma del poder. Todo lo que hace el ser humano pasa por su cerebro, esto es lo que nos diferencia de los animales, que actúan por instinto, y en el cerebro ¿imaginamos?, hacemos hipótesis, elaboramos teorías, que después en la practica resolvemos como reales o simplemente fruto de nuestra imaginación.

A estas alturas de la crisis es un hecho para todo el mundo que el capitalismo es incapaz de sacar la humanidad de la crisis social, política y económica en la que esta sumida. La pregunta que se hace todo el mundo es, bajo que programa, y, sobre todo, quien lo va a hacer.

En un mundo en crisis, sin alternativas sociales globales que den una explicación a lo fundamental de lo que estaacontecer, cobran fuerza las teorías y las propuestas de las salidas sectoriales. Existen propuestas de soberaníaalimentaria, de economía feminista, alternativas ecológicas y toda suerte de alternativas individualistas; todas ellasenfrentan manifestaciones concretas de la crisis social generada por la crisis económica y política del capitalismo; pero por ello, sus alternativas no enfrentan directamente el poder político del capital, si no que sitúan la respuesta en la construcción de agrupamientos “por fuera del sistema”, no “contra el sistema”. Huyen como de la peste de la discusión central, como enfrentar el poder político del capital a través de sus estados, de sus tratados, de sus acuerdos, y sustituirlo por un poder que sitúe como base la construcción de una sociedad al servicio del ser humano, de la resolución de sus necesidades.

La degeneración de los estados llamados “socialistas”, ahora ya capitalistas, el giro a la derecha de inmensa mayoría de las organizaciones de la izquierda hacia las instituciones burguesas y el electoralismo, la participación en gobiernos burgueses, adornados como “progresistas”, de las organizaciones que surgieron de la crisis del estalinismo, como los “Verdes” alemanes que pactaron con la Socialdemocracia de Schroeder el desmantelamiento del Estado del Ben estar en la “agenda 2010”, la participación de Refundacione Comunista en Italia en los gobiernos “progresistas”, el apoyo de IU, ERC, BNG a los gobiernos de ZP, etc., demostraron que todas estas organizaciones no iban mas allá de ser uno “lobby de izquierdas”, para presionar a los Partidos Socialistas (mejor llamados, Social liberales) para su giro a la izquierda.

El final, unos y otros aparecen delante de las poblaciones como parte del problema y no como elementos para su solución. El fondo de todos ellos es que renunciaron a plantear como eje del problema cuestión de quien manda, de qué carácter tiene estado; se limitan a defender el Estado del Ben Estar, como se este estado no fuera, también, una manera dulce de mantener la explotación de la clase trabajadora y el saqueo de los pueblos. La renuncia a levantar una propuesta de poder alternativo al poder del capital los llevó a claudicar a los representantes “progresistas” del Capitalismo, la “socialdemocracia”.

Y en esta llegó la crisis actual, con su cuestionamiento de todas las relaciones políticas y sociales preexistentes. Laaparición de las potencias “emergentes”, los BRICS, la crisis de los dos grandes poderes imperialistas, los EE UU y la UE, las revoluciones árabes y la lucha de la clase trabajadora y los pueblos en todo el mundo y, por lo que hace a la conciencia de las poblaciones, la pérdida de la seguridad en la estabilidad del sistema, hace que hoy todo el poder este en tela de juicio, que sin una alternativa política revolucionaria abre las puertas a la todas las corrientes “anarcoides” y el resurgimiento del nihilismo.

Hallamos aquí el punto decisivo de la crisis, de económica y social se transformó en política. La pregunta que se hace cualquiera hoy es bien política: si el capitalismo demostró su fracaso y ya no puede garantizar nuestro futuro, quien pode hacerlo. Por este agujero entran todas las alternativas sociales y políticas a las que nos referíamos antes.

Pero los marxistas sí hay una respuesta que tenemos que limpiar de la suciedad que el estalinismo en todas sus variantes ensucio: el socialismo y el programa de transición para conseguirlo, la dictadura del proletariado, es decir la lucha de la clase obrera por el poder.

En esto se resume la permanencia de la crisis actual, la clase trabajadora, fruto de años de retroceso, del desprestigio de la alternativa socialista y de los mecanismos de la democracia burguesa fomentados y favorecidos por la mayor parte de las organizaciones de la izquierda, está atrapada en las redes de la democracia formal, burguesa. Aunque objetivamente el poder del capital esta en crisis y cuestionado por millones de ser humanos, se sostiene por que la clase obrera todavía no dio el paso a la consciencia de construir una alternativa de poder, su poder, el salto de la “clase en sí” a la “clase para sí”.

Asamblea Constituyente y el poder de la clase trabajadora

Abrir el camino de la lucha por el poder es la tarea central, puesta en la más acuciante actualidad por la crisis del sistema capitalista. En el V d.C no se ve salida del túnel de la crisis; ninguno de los “gurús” del capital son quien de ponerle final a la crisis, cada año que pasa atrasan más su resolución. El motivo es bien claro, no ven la contradicción que los marxistas venimos marcando desde hace años, las relaciones sociales de producción capitalistas están a chocar con el desarrollo de las fuerzas productivas, o lo que es lo mismo, la capacidad productiva del sistema desborda la capacidad de éste para absorberla toda, generando una caída de la tasa de lucro y una sobre producción de mercancías, que sin darle salida en el mercado no son mas que capital muerto, inversión fallida.

Este es un hecho objetivo que marca a fuego la crisis del capitalismo. Pero la conciencia del problema y las propuestas políticas van por detrás de esa realidad y de las necesidades sociales, a cuyo objeto los marxistas defendemos siempre que la superación de esa contradicción vienen de la construcción de un puente de exigencias y reivindicaciones que ayuden a la clase trabajadora a salir de las redes de la democracia burguesa, y se orienten inequívocamente hacia toma del poder, a la construcción de una sociedad sin relaciones sociales de producción capitalistas; y de este manera, liberar a la humanidad de las cadenas de la explotación y la opresión.

Este es el arte de la política revolucionaria, favorecer el crecimiento de la conciencia de las masas como colectivo para enfrentar y resolver las contradicciones generadas polo capitalismo y sus crisis, hacer consciente lo que hoy es inconsciente, la necesidad de acabar con el poder del capital y, lo que es más difícil, que la salida es la revolución socialista, sabiendo como sabemos, que la “ideología dominante es la ideología de la clase dominante”.

Con este objetivo, la gran aportación de Trotski a este arte es la definición de Programa/Consignas de Transición, cuando dice que la tarea de los revolucionarios es establecer “un sistema de consignas, que partiendo del nivel efectivo de movilización y conciencia de las masas, las conduzca a la toma del poder”.

Las masas trabajadoras en su lucha contra el capital y por el poder aprenden de su experiencia práctica, no ha ninguna “universidad popular” que sustituya la necesidad de la lucha política concreta en el que hagan esa experiencia. Prever los límites de esa experiencia y procurar siempre hacer propuestas para avanzar es la tarea de los sectores de la clase trabajadora que, por los motivos que sean, adoptan una posición de vanguardia.

Como por ejemplo, si hoy todos estamos de acuerdo en que el nudo Gordiano de la situación política es el poder, que respuesta existe a la pregunta de ¿quién puede sacar a la sociedad de la crisis?, que instituciones pueden hacerlo, es obvio que la consigna central de los revolucionarios tiene que ser una que de respuesta. La propuesta tiene que intentar sintetizar en una idea que permita avanzar a la clase trabajadora en este camino, todo lo demás es hacer propagandismo -no propaganda, que es cosa bien distinta, es la diferencia entre defensa de los derechos nacionales y nacionalismo, defensa de los derechos de la mujer y feminismo, uno es una política, lo otro es una ideología-.

Hoy e incluso los sectores más avanzados de la lucha de clases, el pueblo griego y los árabes, no rompen con lademocracia burguesa, sitúan la salida social aún en los marcos de las elecciones a parlamentos burgueses y en lospartidos que responden a esta institución. Su nivel efectivo de conciencia y movilización esta dentro de los marcos del sistema electoral burgués, por eso cuando en cualquiera estado en general, y europeo en concreto, se hace unaconvocatoria electoral, aunque sea en un álgido momento de la lucha de clases, surge el “cretinismo parlamentario” y todos se ponen en función de la palabra mágica: el voto, a quién se va a votar es la pregunta. La movilización social queda al servicio de esta palabra, lo que aprovechan todas las fuerzas electoralistas para desviar la discusión hacia su voto.

Pero no todas las elecciones burguesas abren debates iguales. Las elecciones parlamentarias no ponen sobre la mesa el problema del poder político, si no quien asume el gobierno dentro en un momento concreto. Una convocatoria electoral es la mejor manera de hacer un falso debate sobre quien tiene el poder, porque el gobierno no es más que un representante “precario”, “temporal”, del aparato del estado burgués -su destrucción es el objetivo final de la revolución socialista- y de un régimen concreto -su destrucción es el objetivo de un cambio democrático en la sociedad-.

Gobierno no es igual a Estado, como Régimen no es lo mismo que gobierno o Estado, son maneras de organizar ladominación distinta y tienen una relación con la conciencia de las masas diferente. Una huelga general puede derribar un gobierno, pero una huelga general no es quien de acabar con régimen y mucho menos con el Estado Burgués. Cada enfrentamiento responde a un nivel concreto de desarrollo de la lucha de clases, la caída de un gobierno puede favorecer el desarrollo de la lucha, pero es fácil de resolver para la burguesía, convoca nuevas elecciones y ya esta.

La ruptura con un régimen, que es la manera concreta de organizar un Estado en unas condiciones históricas de la lucha de clases, exige un esfuerzo y un nivel de conciencia superior de las masas trabajadoras. Supone la ruptura de esa manera legal de organizar que se llama Constitución; que las masas puedan decidir directamente sobre qué contenido tiene esa Constitución es, en palabras de Lenin, “el máximo de democracia dentro de los marcos de la república burguesa”. Dependiendo del carácter concreto de cada Régimen, su ruptura bien puede ser por medios electorales, como fue el 14 de abril de 1931 en el Estado Español, por medios insurrecciónales, febrero del 17 en

Rusia, o militares como la caída de Batista delante de la guerrilla castrista.

El siguiente paso es la lucha por la derribada del estado burgués, y la toma del poder por la clase trabajadora y el pueblo. Esto supone un nivel de conciencia y enfrentamiento superior, y lograrlo no llega con una huelga general ni medios electorales, incluso unas elecciones a una Asamblea Constituyente, si no que precisa de la organización de la insurrección popular y la existencia de organismos de poder alternativos, que ocupen el lugar del estado burgués derribado.

El arte de la política revolucionaria es la de definir el momento exacto en el que una propuesta hace avanzar, para dar el siguiente paso, o por el contrario defenderla es un freno a ese proceso. Proponer cómo objetivo central de un momento concreto la caída de un gobierno cuando la tarea que esta abierta es derribar el régimen, desvía la lucha de la clase obrera al pantano de las elecciones burguesas y supone objetivamente un freno al desarrollo de la conciencia de las masas, que no se ciñen el enfrentamiento con el gobierno de turno, si no con el régimen en crisis.

Tiene la misma consecuencia levantar una propuesta de Asamblea Constituyente cuando el enfrentamiento es con el estado burgués, y la tarea es su destrucción, sólo que en este caso la derrota de la clase trabajadora y el pueblo tiene unas consecuencias nefastas, pues estamos delante del enfrentamiento final entre las fuerzas del capital y las fuerzas del trabajo.

Recapitulando, las tareas actuales

La crisis actual del sistema capitalista pone en el orden del día la lucha por quién es capaz de sacar a la sociedad del camino a la que conduce las políticas burguesas. Si el capital y sus gobiernos imponen sus proyectos de empobrecimiento, autoritarismo y barbarie social, o la clase trabajadora y los pueblos se organizan para luchar por la única salida que pode evitar ese camino, el socialismo. Esta es la disyuntiva en la que se mueve la humanidad desde hace muchos años, y que la crisis actual ha puesto cómo centro de la lucha de clases.

Esta ruptura del equilibrio en el que estaba la sociedad, que durante más de docenas de años le permitió al capital generar unos superbeneficios y unas migajas con las que evitar la explosión de las contradicciones latentes, esta llevándose por delante las formas de organización estatal y política que hasta ahora les permitió sostener la ficción de ese “equilibrio” social.

La Unión Europea, el Tratado de Maastricht y los regímenes europeos son parte de esa crisis, son hoy la parte más débil, pues al contrario de lo que la realidad imponía, las burguesías europeas fueron incapaces de avanzar en la constitución de los Estados Unidos de Europa. La defensa de los intereses nacionales está en el fondo de la crisis de la Unión Europea.

Esta contradicción entre las necesidades reales de la sociedad, los EE UU EE, y las políticas estrechas de las burguesías, ponen la población trabajadora europea al borde del desastre, pues es ella la que esta pagando las consecuencias de la crisis que no generó.

Las burguesías europeas son cada vez mas conscientes de la necesidad de que si quieren salir de la crisis sin verseconvertidas en unos “convidados de piedra” en el mercado mundial, tienen que dar un paso hacia “más” Europa. Pero son también conscientes que hacer esto de una manera democrática, llamando a las poblaciones a participar activamente en él, pondría en peligro su propio poder. Por ello la llamada “refundación” de Europa están haciéndola a espaldas de los pueblos, en base a negociaciones y pactos secretos entre sus gobiernos.

Por su parte, los pueblos y la clase trabajadora europea esta respondiendo de una manera aislada unos de otros, sin una política consciente a la unificación de la movilización que diariamente se produce en toda Europa. En una situación de transición a un proceso superior, de las características proto estatales como la de la Unión Europea, que implica también una unidad de las relaciones sociales y de la clase obrera europea que esta a debilitar los estados, hay que establecer un sistema de propuestas programáticas que liguen los dos aspectos. Sin abandonar la lucha por el poder en el interior de los estados, y junto a consignas que enfrenten su debilitamento hay que levantar otras que avancen en la unidad europea, democráticas y otras que cuestionen las bases capitalistas de la actual Unión Europea, abriendo la transición hacia construcción de los Estados Unidos Socialistas de Europa.

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